sábado, 3 de octubre de 2009

CÓMO HABLAR DE SEXO CON TUS HIJOS

Siempre sentimos una cierta incomodidad y dificultad para hablar de sexo con nuestros hijos o hijas, y lo comprendo. Y ellos también tienen muchas resistencias para hacerlo con nosotros, lo que también entiendo. En realidad, no soy muy partidario de sentirnos obligados a hablar de temas sexuales con los hijos o de inducirles a que lo hagan, a pesar de que eso se recomienda por todas partes. Creo que para los hijos hay un tema de pudor que creo debe ser respetado. No hacerles sentir que “tienen” que hablar de sexo con nosotros. ¡La sexualidad es algo tan íntimo! Y, para los hijos o hijas, hablar de sexo con los padres implica asumir que papá y mamá tienen relaciones sexuales, ¡lo que es muy difícil de pensar y menos sentir!

Sobretodo, creo que es muy errado querer “dar información” sobre sexualidad a los hijos o hijas. Cuando queremos darles esa “información” lo más probable es que ellos ya la tengan y podemos avergonzarlos innecesariamente. Si piden información, es muy diferente. Pero ya veremos cómo creo que debemos hacerlo.

Para comenzar, creo que debes enfatizar los recursos de que dispones como papá o mamá para saber escuchar a tus hijos e hijas, para no ser reactivo, para ver más allá de lo inmediato, para esperar, antes de hablar de ningún tema, menos de sexo con ellos o ellas. Hay que aprender a comunicarnos bien, para dejarnos tocar emocional y espiritualmente por los hijos e hijas en todos los terrenos, y en especial en el tema sexual ya que hijos o hijas, si bien sienten el sexo como expectativa, también es para ellos y ellas un misterio, incluso una amenaza.

Y tenemos que aprender a ser confidentes y cómplices sanos de su proceso, cuidando de no herirlos con nuestras propias confusiones, temores y heridas en nuestra sexualidad. Ninguno de nosotros ha atravesado la maravillosa etapa que ellos atraviesan ahora en su adolescencia sin dolor, sin miedo, sin sentimientos de inadecuación, sin timideces, sin confusión, sin heridas, muchas veces vergonzosas o humillantes. Y no olvidemos de los verdaderos traumas que muchos podemos haber sufrido, o de las historias dolorosas que pueden existir en la historia familiar más amplia relacionados a la conducta sexual. Aceptemos, pues, que el tema sexual tiene sus razones para haberse convertido en “tabú” y que hay algo bueno en eso. ¡No rompamos el “tabú” sin estar seguros de no causar una herida más grave aún que la nuestra!

No nos toca de ninguna manera inducir a nuestros hijos o hijas a una conducta sexual, menos si prematura. Si hablamos “con soltura” del sexo estamos corriendo el riesgo de banalizarlo, de hacerlo “light” y por lo mismo desnaturalizarlo. Eso es algo sumamente delicado. Mayormente debemos ayudarlos a contenerse, a postergar, a esperar, y, sobretodo, a no separar ni divorciar jamás el sexo del amor, de los sentimientos, de la espiritualidad (lo que no implica religiosidad!). Más importante que decirles nada, ni informarles nada acerca de la vida sexual es saber escucharlos, saber acompañarlos en su proceso natural, sin críticas, sin exigencias, sin reservas, sin el deseo de controlarlos como nosotros pensamos.

Cuando estén listos para una vida sexual, ya teniendo una edad adecuada, ellos no necesitarán ningún aliciente de nuestra parte, ni nuestro permiso, ni siquiera nuestro comentario, menos aprobación, ni tampoco necesitarán nuestros frenos. Podemos confiar también en el hecho de que nuestros hijos e hijas no son simplemente “víctimas” de unas hormonas exigentes, sino también seres capaces de contenerse, postergar y esperar de manera natural.

Quisiera ofrecerte algunas ideas acerca de lo que puede guiarnos en la escucha amorosa, honesta, profunda que ellos requieren. Son ideas desarrolladas en muchas conversaciones con padres, profesores, terapeutas y son resultados de muchos experimentos de escucha profunda en la forma de ejercicios simulados (role playing) y reales.

Te ofrezco estas diez sugerencias como sugerencias o guías para la comunicación con tus hijos, no cómo recetas:

1. Antes que nada, no los critiques. No pretendas conocer más que él o ella lo que le conviene o lo que debe hacer, ni presionarlos con la autoridad de padre o madre o de persona mayor.
2. Abre espacios para la comunicación, no sesgues la conversación ni la guíes por algún camino por ti preconcebido, aún cuando reconozco que inevitablemente influimos sobre ellos.
3. Reconoce lo que tus hijos sienten, y expresa ese reconocimiento de manera explícita, haciendo contacto con lo que percibes, ves, intuyes, mediante afirmaciones que hagan contacto con su experiencia, como: “sientes cierto malestar eh?”, “pareces muy preocupada”, “estas triste, no?”, “inquieta?”, “a veces es difícil hablar, verdad?”, etc., pero sin imponer una idea u opinión prematura.
4. Haz un seguimiento de lo que ocurre sin forzar nada, diciendo frases como: “me doy cuenta que eso es importante para ti, ¿verdad?”, “te duele mucho eso… ¿eh?”, “veo que te preocupas bastante por tal cosa…”
5. Ayúdalos para que puedan aclarar sus sentimientos, sin sesgarlos, con preguntas como: “¿cómo te sientes de eso?”, “¿es difícil para tí?”… “¿cómo estás?”…, “¿Es muy intenso lo que sientes?”
6. Ayúdalos a identificar si es que hay algún evento anterior o espacio particular que acentúa sus dificultades, preguntando (“¿te ha pasado antes?”, “¿pasó en tu casa”… “¿colegio?”, sin ofrecer ningún comentario que nos sea pedido por ellos o ellas.
7. Acompáñalos para que les sea más fácil identificar los apoyos con que cuentan: “¿has podido hablar con tu mamá (papá)?, ¿amigas(os)?, ¿enamorado(a)... sobre eso?”… “¿te sientes apoyada(o)?”
8. Reconoce y refuerza sus recursos para abordar su dificultad diciéndole frases como: “¿qué quieres hacer?” o “¿qué has pensado hacer?” o “¿qué necesitas para enfrentar esta situación?”
9. Averigua qué apoyos necesita, preguntándole “en qué te puedo ayudar?”
10. Ofrece tu ayuda, tus consejos sólo si te los pide, y sólo después de haber escuchado cuidadosamente lo que les ocurre. No te dejes llevar por lo que tú crees debe hacer. Observa si has llegado a agotar los pasos anteriores. Sobretodo no le digas qué crees tú que debe ser su conducta sexual, ni dejes de estar dispuesto a escucharlos si no has agotado todos los recursos para que ella o él encuentre por sus propios medios sus salidas, y reconoce sus recursos. Cuando te pida una opinión, un consejo, no dejes de decirle claramente que ese sería tu camino pero no necesariamente el de ella o él.

¡Espero estas líneas te sean valiosas!

SERGIO BARRIO TARNAWIECKI
www.terapias.com.pe
www.sergiobarrio.blogspot.com
www.palabra-de-hombre.blogspot.com
sergiobarrio@telefonica.net.pe

2 comentarios:

  1. Dr. Barrio, quiero saludarlo y comentarle que realmente usted es un modelo de hombre para mi. Doctor tengo muchos problemas con mi pareja y quisiera tratar de solucionarlo, por favor si usted tiene un consultorio envieme su teléfono para sacar una cita. Muchas gracias

    Elena.

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