jueves, 12 de noviembre de 2009

LO REAL

Si para Lacan lo real es “lo que no puede ser conocido”, “lo que no puede ser nombrado”, “lo que no puede ser percibido”, ni directa, ni indirectamente, “lo que no se puede entender”, entonces no entiendo de qué estamos hablando. ¿Qué es? Si la respuesta es que no se sabe qué es, por definición, diría que estamos frente a una tautología. ¿Se relaciona con algo? ¿Tiene que ver con algo? Si la respuesta es negativa, entonces, cabe preguntarse: ¿existe? No hay nada que no tenga que ver con algo. Si no existe, el concepto mismo sería un absurdo y no tendría ninguna importancia. Pero si al nombrar lo real estamos nombrando “algo”, lo real se relaciona con alguna otra “cosa”, con algún “otro”, otro “algo”, en cualquier plano que se quiera, por lo que sufre alguna influencia, atraviesa algún cambio y sigue algún proceso ligado a lo “otro”, por lo que es susceptible de ser conocido.
Como dice Hegel en su “Introducción a la Ciencia de la Lógica”:
“La ´cosa en sí´ es una abstracción de toda determinación, de toda relación con Otro, una abstracción vacía. Toda ´cosa´ es, siempre, a la vez, un ´en sí´ y una relación con otro, para otro. Si uno se pregunta qué son las cosas en sí mismas, la pregunta, impensada, está planteada de tal forma que no tiene ninguna respuesta posible.”
Que nunca podamos conocer totalmente lo real no constituye un problema lógico, ni conceptual, ni existencial. Tal vez desde mucho antes de los griegos sabemos que todo está en constante cambio, es infinito, es y deja de ser, y es infinitamente complejo, por lo que nunca podemos conocerlo de manera perfecta y completa. Pero como nada de lo real está aislado como “cosa en sí”, siempre hay una relación entre nosotros y lo real, y establecemos, lo queramos o no, una relación, por lo que todo lo real es susceptible de ser conocido. No sólo nos relacionamos con lo real de una manera intencional para conocerlo, sino por el mero hecho de que somos parte de lo real estamos relacionados con lo real. Nuestro pensamiento es real en sí mismo, lo que no quiere decir que su contenido sea verdadero o no. Es tan real como el aire que respiro. Como mi pensamiento no existe en otro universo (o multiverso) sino en éste, está en unidad con lo real, es real, en sí mismo. No puedo decir entonces que exista nada que no puedo conocer, admitiendo que siempre será un conocimiento imperfecto. Tan “imperfecto” como la realidad misma que nunca deja de cambiar.